Amamos el cine de terror, ya sea en el cine o en la caja tonta. Y en los últimos meses lo hemos pasado en grande con títulos como Tú eres el siguiente, La cabaña en el bosque o Expediente Warren. Lo cierto es que durante la última década, nuevos agentes infecciosos han convulsionado la carne enferma del terror norteamericano, hoy más febril y agitado que nunca. Esto obliga a los amantes del cine de género a esbozar nuevos diagnósticos, tanto mejor si es a partir de una mirada desprejuiciada ante las imprevisibles mutaciones capaces de provocar urticaria a la crítica más miope, snob, hipertensa y conservadora.
Deadgirl (2008)
El amoral púber acabará ejerciendo de chulo de la no-muerta, cobrando unos dólares a sus compañeros de clase por cumplir con el magullado cadáver viviente sus fantasías sexuales más recónditas. Ricky tratará de pararles los pies… con sangrientas e imprevisibles consecuencias. Entre burrada y burrada, nos topamos con una de las más amargas meditaciones acerca de la adolescencia como preámbulo de una madurez cobarde y mezquina.
Insidious (2010)
El matrimonio Lambert (Patrick Wilson y Rose Byrne) habrá de lidiar con los espíritus que van invadiendo progresivamente su nuevo hogar y que parecen haber despertado después de que su hijo cayese en un inexplicable estado de coma. En este nuevo cine de terror ya no hay enemigos externos a los que erradicar y toda manifestación de lo maligno parece emerger de los miedos generados por la conciencia de nuestra propia fragilidad. De drama familiar a filme de fantasmas clásico, en su último tramo Insidious deviene en un festival genérico que ha hecho las delicias de miles de aficionados en todo el mundo.
Tucker y Dale contra el Mal (2010)
Los pobres tendrán la mala fortuna de toparse con la estupidez (y los prejuicios) de una pandilla de adolescentes urbanitas que actuarán según las pautas archisabidas de los más infames bisnietos de La noche de Halloween de John Carpenter. Estos últimos, presos de sus bobos personajes, se convertirán en los paradójicos villanos de la función, dando lugar a un puñado de secuencias divertidísimas y memorables en las que anida una certera crítica al anquilosamiento de toda una manera de concebir las películas de terror.
The Innkeepers (2011)
Falta poco para que el histórico Yankee Pedlar Hotel cierre sus puertas. Durante aquellas tediosas últimas semanas, Claire (Sara Paxton) y Luke (Pat Healey) pasan las horas tratando de captar evidencias empíricas de los supuestos fantasmas que habitan el lugar, con resultados que enorgullecerían al mismísimo Íker Jiménez. Lo más destacable de esta obra maestra tan admirablemente ejecutada es su progresivo viraje de lo jocoso a lo terrorífico, además de ese amargo –y hermoso– lirismo que atraviesa el trabajo del primer al último minuto.
La cabaña en el bosque (2012)
las viejas soluciones del género se van mostrando progresivamente más insolventes: las niñas japonesas vencen a los yurei sin problemas, los zombis son víctimas de su propia previsibilidad y los psicópatas enmascarados se muestran incapaces de montar las carnicerías de antaño. Para sobrevivir, a Chris Hemsworth,Kristen Connolly, Fran Kranz, Anna Hutchinson y Jesse Williams les espera un difícil reto: romper los moldes de los arquetipos en los que han sido encapsulados. La cabaña en el bosque denuncia el efecto narcotizante de las horror movies en la sociedad actual: el alienado espectador –con su hipoteca a las espaldas y su agujereada cuenta corriente– encuentra la catarsis a través de la escenificación de sacrificios humanos… y mañana será otro día. Pura antropología.
Lovely Molly (2011)
La degradación mental de la recién casada Molly Reynols (Gretchen Lodge), con más de un trauma personal y familiar en el recuerdo, sirve de punto de partida a un producto más interesado en exponer los efectos que las causas de la enajenación de la protagonista, sin revelar hasta uno de los últimos planos si los agentes sobrenaturales que la acosan son reales o imaginarios. El realizador cubano deja a un lado los sustos y, apoyándose en un apartado técnico sobresaliente, se dedica a pasear a la atribulada Molly por su hogar en penumbra sin dejarnos soltar el aire hasta los créditos finales.
VHS (2012) y VHS 2 (2013)
Como en cualquier compendio, el conjunto es irregular, pero no faltan varias joyitas que alcanzan niveles de maestría inusuales: Second Honeymoon de Ti West, The sick thing that happened to Emily when she was younger de Joe Swanberg, Clinical Trials de Adam Wingard y, muy especialmente, la película de zombies más sustancial en eones: A ride in the park de Eduardo Sánchez y Gregg Hale.
The Lords of Salem (2012)
Para reaparecer en escena, las pérfidas hechiceras se servirán de la carne –y sobre todo del alma– de Heidi (Sheri Moon Zombie, esposa del propio Rob), una locutora radiofónica que iniciará un alucinógeno viaje que comienza de la mano de Dee Wallacey termina entre las piernas del propio Belcebú. La introspección creativa de Zombie y una exploración moral en torno a las raíces del Mal puro se dan la mano en una de las experiencias fílmicas más arrolladoras de los últimos tiempos.
Excision (2012)
Pocas narraciones cinematográficas sobre la pubertad –y lo que supone para cada uno de nosotros– se atreven a ser tan auténticamente desinhibidas y sucias. Excision termina diciéndonos –a través del nada inocente desfile de cameos que encabezan unos domesticados John Waters, Traci Lords y Malcom McDowell– que las instituciones tradicionales –familia, Iglesia, escuela– son incapaces de canalizar las volátiles energías de los adolescentes por cauces productivos y constructivos. Una juventud que, tal vez sabiamente, se niega a claudicar ante los valores caducos de un mundo adulto en crisis
Tú eres el siguiente (2013)
Casi debemos remitirnos a La noche de Halloween de John Carpenter para toparnos con un salto sin red de este calibre: los asaltantes pasan de ser fieras que degluten la carroña en que se ha convertido el grupo familiar a convertirse en una panda de enmascarados irrisorios que se topan con una inesperada alimaña disfrazada de Caperucita Roja: Erin (Sharni Vinson), muy distante de esas heroínas que huyen en ropa interior del psychokiller de turno. Dirigida con mano maestra, su humor salpicado de sangre no solo no rebaja la tensión en ningún momento, sino que enriquece el discurso de fondo. Por cierto, el propio Ti West interpreta un breve y divertido papel.
Si eres amante a las películas de terror te las recomiendo son buenísimas.